El día martes 7 de Agosto
por la mañana se vivió una jornada plena de
emociones. El colegio Juan B. Justo, en forma
conjunta con el Programa Educación y Memoria,
organizó una charla que tuvo como invitada a
Mariana Zaffaroni Islas. Este emotivo encuentro
coincidió con la esperanzadora noticia de la
restitución del nieto 106: Pablo Javier Gaona
Miranda.
Ante un salón colmado con
más de 300 estudiantes de séptimo grado a quinto
año, docentes y autoridades de la escuela, la
directora Marta Acosta le dio una cálida
bienvenida a la nieta y ex alumna de dicha
institución. A continuación, se proyectaron
fragmentos del film “Por esos ojos” para
enmarcar y resumir la historia de Mariana.
Hija de Jorge Zaffaroni y María Emilia Islas,
ambos de nacionalidad uruguaya, fue secuestrada
junto a sus padres el 27 de septiembre de 1976
en Buenos Aires cuando tenía un año y medio de
edad. Pasó muchos años de su vida bajo el nombre
de Daniela Furci, hasta que las Abuelas de Plaza
de Mayo y la fuerte búsqueda de su abuela María
Ester Gatti, fundadora en Uruguay de Madres y
Familiares de Detenidos Desaparecidos, dieron
con su verdadera identidad.
“Me enteré de mi
verdadera identidad en el año 92’ cuando
cursaba quinto año en este colegio. Me
obligaron a usar mi verdadero nombre con el
cual no me sentía identificada, no lo
reconocía como propio. En un principio no
aceptaba mi historia, quiénes eran mis padres
y todo lo que había pasado. (…) El juzgado me
insistía en que debía encontrarme con mi
verdadera familia, pero en ese momento yo
pensaba que lo que venían a contarme iba a
arruinar mi felicidad y la vida que estaba
llevando”.
Luego, agregó: “todo
fue cambiando lentamente cuando me casé y tuve
a mi primera hija. Mi familia venía a
visitarme para conocerla y a partir de ahí,
pudimos vincularnos por algo más familiar que
no tuviera sólo que ver conmigo”.
Todos los presentes
escucharon con gran atención el relato de
Mariana. Al finalizar su testimonio, comenzaron
las preguntas de los alumnos.
¿Qué pensabas de tu abuela en ese momento?
“La construcción del vínculo con mi abuela no fue fácil, ella tenía mucho carácter. Quería que me vaya a vivir a Montevideo apenas me enteré. Al contrario que mi familia paterna, más conciliadora y comprensiva que colaboró más en tenerme paciencia. Nos costó con mi abuela pero por suerte llegamos a tener una buena relación antes de que falleciera. La historia quedó en paz con ella”.
“La construcción del vínculo con mi abuela no fue fácil, ella tenía mucho carácter. Quería que me vaya a vivir a Montevideo apenas me enteré. Al contrario que mi familia paterna, más conciliadora y comprensiva que colaboró más en tenerme paciencia. Nos costó con mi abuela pero por suerte llegamos a tener una buena relación antes de que falleciera. La historia quedó en paz con ella”.
¿Qué relación tenés
ahora con tus apropiadores?
“A diferencia de otros nietos restituidos, tengo un vínculo con ellos, no exento de reclamos. Me resulta difícil desconocer lo bueno que hicieron por mí, con todas las críticas que pueda hacerles (…) Así como me costó ver todo lo malo que hicieron, en la mismo medida me costó ver lo que sufrió mi familia biológica. Tengo que agradecerle a mi marido haberme aportado una visión de sentido común desde lo humano, y toda su ayuda a que pueda pensar en toda esa otra parte que mi otra familia no me había hecho ver, y que es el sufrimiento y la búsqueda que atravesaron mis familiares biológicos”.
“A diferencia de otros nietos restituidos, tengo un vínculo con ellos, no exento de reclamos. Me resulta difícil desconocer lo bueno que hicieron por mí, con todas las críticas que pueda hacerles (…) Así como me costó ver todo lo malo que hicieron, en la mismo medida me costó ver lo que sufrió mi familia biológica. Tengo que agradecerle a mi marido haberme aportado una visión de sentido común desde lo humano, y toda su ayuda a que pueda pensar en toda esa otra parte que mi otra familia no me había hecho ver, y que es el sufrimiento y la búsqueda que atravesaron mis familiares biológicos”.
¿Qué historia te
contaban tus apropiadores?
“Mi padre me decía que trabajaba en Orletti sólo para llevar y traer documentos. Un día me ve a mí, y un compañero le ofrece llevarme. Mis padres nos podían tener hijos, y además sabían el destino de mis padres biológicos. La historia fue cambiando a medida que iba creciendo, esta fue la última versión (…) Mi madre no se enteró de nada de lo que pasaba. Vivía en su casa, cuidando a su hija y sin preguntar demasiado, ni quién era ni de dónde venía. Nunca quiso saber”.
“Mi padre me decía que trabajaba en Orletti sólo para llevar y traer documentos. Un día me ve a mí, y un compañero le ofrece llevarme. Mis padres nos podían tener hijos, y además sabían el destino de mis padres biológicos. La historia fue cambiando a medida que iba creciendo, esta fue la última versión (…) Mi madre no se enteró de nada de lo que pasaba. Vivía en su casa, cuidando a su hija y sin preguntar demasiado, ni quién era ni de dónde venía. Nunca quiso saber”.
Una estudiante se animó a preguntar si
preferiría la verdad o seguir viviendo en la
mentira, a lo cual Mariana respondió: “La
verdad nunca puede ser mala aunque sea
dolorosa. Con el transcurso de los años,
entiendo que sin duda es lo más sano. Si bien
al principio no quise saber nada, cuando
conocí a mis tíos y el resto de la familia me
di cuenta que pertenecía, que era parecida a
ellos. Y sé que puedo hacerme como persona hoy
en virtud de que sé de dónde vengo y quién soy”.
A modo de cierre, el
coordinador del Programa, Claudio Altamirano les
dijo a los presentes: “Es importante la
reconstrucción que hizo Mariana. Celebro que
en la escuela pública se generen estos
espacios de diálogo, donde los alumnos puedan
conocer estos valiosos testimonios que dan
cuenta de nuestro pasado reciente. Cuando
Mariana fue estudiante parece que no
sentíamos, no escuchábamos, había, aún en
democracia, cosas sobre las que no se hablaba.
Por eso, es alentador que tantos pibes
escuchen tan atentos y cuestionen para dar
lugar a la verdad y recorrer juntos el camino
de la Memoria y Justicia”.
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