…inicia todo con suavidad…la de compartir formaciones…
Conversábamos a menudo con Nora y un día le dije que me gustaba la idea de que mis estudiantes del Profesorado de Castellano del Instituto Joaquín V. González, pudieran pasar una Jornada en la escuela. Se trataba de mirar, cambiando un poco los ojos, un día escolar… en el marco de la materia que allí enseño … por entonces llamada Psicología de la adolescencia. Era 1996… Y con esa misma suavidad por años mis estudiantes empezaron a compartir algún jueves por la mañana y por la tarde…conversando con los chicos, con los profes, con las autoridades…María del Carmen y Nora compraban galletitas y en algún momento se armaba esa bienvenida cálida a la que nos tenían acostumbrados.
Así empezó el abrazo entre el Joaquín y el Juan B. Justo. Mucho antes que los Planes de estudio de Formación docente incluyeran la necesidad de anticipar la práctica y las salidas a terreno para entrar en contacto desde la observación y el registro del hacer cotidiano en el espacio de la escuela. Cambiaron los Planes de Estudio y poco a poco se perdió esa posibilidad. Pero suelo ser insistente con mis convicciones.
Nada más fresco que la memoria de lo vivido con mis estudiantes, Lo vivido se convierte en situación a pensar, en salidas a imaginar, en lecturas de relatos y diálogos. Así en las clases, los estudiantes de cuarto año del secundario son motivo anónimo de preguntas para los del Profesorado y los del secundario saben qué sucede con los del Joaquín, qué repreguntan, qué respuestas buscan…qué creen que sienten, quieren…desean…los adolescentes, a quienes van a enseñar…al menos algunos adolescentes…de una escuela del estado…
Pensando en formas que renovaran la posibilidad del encuentro, imaginé reunirlos. Armar una visita informal. Pregunté a los estudiantes del Joaquín si les gustaría conversar con mis estudiantes del colegio secundario…e hice lo propio a la inversa…y ambos grupos dijeron que sí…de modo que hace unos años hicimos la primera experiencia de encuentro.
Mis estudiantes del Joaquín preguntaron: “¿cómo haremos? ¿les armamos unos juegos? ¿unos cuestionarios? ¿qué les preguntamos?”. Les dije que mejor les preguntaba a mis estudiantes de cuarto año…Los chicos del Juanbe me dijeron “que lleven bizcochitos y mate, que conversamos un rato…”
Y así fue la primera vez…un puñadito de estudiantes de ese cuarto año fueron al Joaquín y con mate y bizcochitos por medio, conversaron…de la escuela, de lo que valoran de sus profesores, de lo que desearían que les suceda, de lo que no sucede…les dieron recomendaciones a “ellos que van a ser profesores”…de lo que es un adolescente…de tomar “con pinzas” lo que dicen los libros cuando intentan explicarlos…de lo que debe suceder para uno quiera aprender…de lo que es clave si uno pretende enseñar…
El cierre fue con abrazos y agradecimiento.
Los chicos del Juanbe fueron porque querían.
Apartaron una tarde y de paso conocieron otro ámbito de formación docente de la Ciudad. Allí, desde hace ciento siete años, se forman profesores para el secundario en quince especialidades diferentes.
Fue preciosa la experiencia, valorada por ambos grupos, de modo que, este año, siguiendo con esa misma manera de producir encuentro, un grupo de este cuarto año decidió aceptar la invitación. También hubo mate, bizcochitos y muchas cosas ricas con las que los agasajaron. Casi tres horas de charlar y preguntarse y decir y armar encuentro. Y escuchar que los chicos de cuarto decían “no nos llevamos tanto en edades…”, “ustedes terminaron la escuela el año pasado, nosotros la terminaremos el año que viene”… Y conversaron como debe ser. Reímos, hubo algunas bromas, preguntas sesudas, respuestas muy sesudas, mucho asombro y un inapreciable momento de hacer las cosas de un mismo lado. Como los ríos, que para “ser” tienen dos orillas…una es la de enfrente y la otra también… ¿según quién mire no?...de eso se trata…de poder mirar sabiendo que enfrente hay otra orilla que el río necesita para
seguir siéndolo…
Prof. Alba I. Santarcángelo
Noviembre de 2012
